El océano, este vasto y
profundo recipiente de agua, convulsionado y rugiente, lleno de peces
enormes capaces de tragar una ballena, repleto de makaras y de
diversas criaturas por miles, devenido inaccesible debido a la presencia
de terribles monstruos, oscuros y feroces animales acuáticos,
repleto de tortugas y cocodrilos, mina de todos los tipos de gemas, la
morada de Varuna, la excelente residencia de los Nagas, el Señor de
todos los ríos, la casa del fuego subterráneo, el amigo y asilo de los Asuras,
el terror de las criaturas; el perennemente grande e inmutable
reservorio de agua.
Es sagrado, es benéfico para los Devas, es la gran
fuente del Amrita, es infinito, inconcebible, sacro y
maravilloso.
Es oscuro y terrible cuando el sonido de sus acuáticas
criaturas se hace sentir; rugiente y plagado de profundos remolinos. Es
objeto espeluznante para todos los seres.
Movido por el viento que sopla
desde sus playas y alzándose hacia lo alto, agitado y perturbador,
parece bailar por todas partes con sus marejadas semejantes a manos que
se alzan.
Cubierto de espesas neblinas provocadas por el crecimiento y
la mengua de la Luna.
Su fondo,
más profundo aún que los mismos infiernos, no puede ser concebido.
En su inalcanzable lecho reposan los dioses al terminar cada Era.
Es el refugio del que huye de las catástrofes sociales, y de las facciones derrotadas en feroces
enfrentamientos.
Ofrece sus aguas a modo de ghee para el sacrificio del
ardiente fuego que surge de la boca de los volcanes.
El mar es inconcebible y carece de fronteras, vasto e inconmensurable, y es el Señor de todos los ríos, ya que el Sol toma sus aguas, las convierte en nubes prístinas y las derrama sobre los montes y los campos.
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